Zenón de Citio (S. IV a.c.) fue el fundador del Estoicismo. A él se le atribuye una metáfora sobre un perro atado a una carreta. La cuerda que lo une a la carreta es lo suficientemente larga como para que el perro pueda moverse con comodidad. Una vez que la carreta se pone en marcha, el perro puede luchar contra el movimiento, e intentar no avanzar, o puede comenzar a andar y aprovechar el margen que le proporciona la longitud de la cuerda para investigar los alrededores durante el camino.
En ambos casos, el perro acabará yendo a donde lo lleve la carreta. La diferencia es que si se resiste, sufrirá al verse arrastrado, pero si opta por pasear junto a ella, investigando el entorno alrededor, su viaje será mucho mas placentero.
Con esta anécdota, Zenón no pretende decirnos que debamos resignarnos ante todo lo que nos sucede adoptando una actitud pasiva en la vida, sino que se trata más bien de elegir que batallas merece la pena luchar y cuáles no. Por tanto, nos habla de aceptación y no de resignación.
Debemos aceptar que muchos aspectos de nuestra vida no están bajo nuestro control, pero podemos y debemos hacer lo posible para mejorar nuestras circunstancias actuando sobre lo que sí está bajo nuestro control.
El destino guía a quién lo acepta y arrastra a quién lo rechaza
Séneca
Cómo en el caso del perro, cuando te encuentras ante una situación de exceso de trabajo o de gran tensión (últimamente tenemos mucho de ambas) tienes dos opciones, la primera es la de lamentarte y comenzar un dialogo interno negativo sobre lo injusto de la situación o sobre tu mala suerte. La otra opción, es aceptar que esto es lo que hay, sentarte a planificar lo que debes hacer, organizarlo y ponerte manos a la obra. Al igual que le sucedía al perro con la carreta, los plazos avanzarán queramos o no y tendremos que hacer el trabajo, no olvides que el mejor antídoto contra el bloqueo por exceso de trabajo, es comenzar por una primera tarea, luego otra, y otra….